Si la noche de Halloween consiste en pasar un susto,
yo si pase uno de esos hace 5 años. Como
lo había hecho en el año anterior, en el
2007, también decidí pasar esa noche, 'la noche de brujas’- pues así también la llaman a esta- en ese
mismo lugar, que dese ya anunciaba a ser una noche inolvidable: globos con imágenes de calabazas, las paredes forradas
con algodón para parecer telarañas, y lo más
importante y mejor de este lugar:bellas mujeres disfrazadas de vampiresas o malvadas gatas dispuestas y preparadas para
darnos sorpresas y uno que otro susto que solo quedaría en divertidas bromas.
Recuerdo que esa noche salí de casa con la consigna
de pasarla bien, sabiendo que iba a un lugar relativamente seguro, del cual conocía bien el camino de cómo llegar y como salir, ya que muchas veces por las circunstancias de la hora no son los mismos. En fin, lo importante era
tener la seguridad que todo saldría bien esa noche, ya que mi vida se basaba en en la costumbre
de pasar casi todos las noches de viernes y sábados ahí. Y ese viernes no sería
la excepción, menos si era de fiesta.
Pero esa noche tenía que ser diferente, quizá porque
ya no estaba en la universidad- recuerdo que cuando era estudiante, me iba todos
los viernes saliendo de clase directamente ahí- y esta vez especialmente salí de casa para ir festejar en aquel lugar, mi lugar.
Luego de meditar mucho de como la pasaría lo mejor posible, dentro del bus que me llevaba,
por fin llegue ahí. Todo lucia tranquilo, había gente pero no tanto como habría
a más avanzadas horas de la noche. Cuando estaba aun acomodándome y apuntando a
la chica, a la cual atacaría con mis piropos, abrazos y besos de novio o enamorado, aparecieron unos hombres vestidos
de azul y provistos con linternas y varillas
de jebe gritando:¡esto es una batida,todos con sus documentos de identidad en la mano! Atrás de ellos entraron una docena de
camarógrafos de TV. Muchas veces me he preocupado por conocer el aforo previsto
en este local, por conocer los
buses a abordar para regresar a casa, pero nunca
me había preocupado por si un día había una batida como esta y yo tenía la costumbre de no llevar mi ‘documento
de identidad’ conmigo por miedo a que me roben la cartera con ellos dentro y tener que hacer esa
denuncia a la comisaria y el respectivo trámite para sacar el duplicado. Esa noche
esos agentes municipales pedían ,además, que todos dejen sus vasos y a sus
chicas de turno. A ellas les pedían que muestre carnet de salud y otras cosas. Yo
sabía que no saldría de aquí porque no contaba con el documento requerido. Y
fue así, empezaron a salir las personas que se identificaban, que mostraban
esos documentos que aparentemente los salvaban de la duda de ser personas de mal. Esos operativos son realizados
por la municipalidad de la cuidad, cuando
hay noche de celebración, cuando se cree hay mucha gente de dudosa reputación
colada en alguna fiesta publica. Los otros días en la ciudad puede pasar de todo y a las autoridades no les interesa. Lamentablemente, esa noche habían dos fiestas
importantes: La de Halloween y La noche de la canción criolla, que se celebra en
Lima. Creo que todos tenemos derecho a divertirnos, cada uno a su manera y con
la compañía que encuentra más conveniente, por lo que pensaba que me esos agentes del orden habían aguado la noche, pero mis
temores eran mayores: no solo pasaría la vergüenza de tener que llamar a mama y
papa para que me saquen de la comisaria-
que era el lugar donde nos llevarían a todos lo que no teníamos documentos-, sino que esas cámaras de TV se estaban alistando para empezar a hacer
las filmaciones para los noticieros de esa misma noche. Como estaría de
asustado esa vez, que se me fueron todas las ganas de enamorar a las chicas que
estaban a mi alrededor. Pues a pesar del operativo, muchos varones continuaban observando
a tantas beldades que había ahí, pues de seguro les importaba un carajo si
la policía los hacía dormir en prisión. Yo en ese momento ni me fijaba en aquella morocha de ensueño que siempre me
traía loco; aquella muchacha con un parecido impresionante a ‘María Conchita
Alonso’ de los años 80’s. Los hombres de prensa empezaron a hacer su trabajo,
cámara en mano apuntaron para filmarnos. No estaba dispuesto a salir en los
noticieros, menos en esa época en que me
acababa de reencontrar con mis compañeros del colegio, y tenían claro mi rostro.
Además que las dos últimas chicas, que habían sido mis enamoradas, me verían en ese lugar y pensarían que tanta había
sido mi tristeza de perderlas que me refugiaba en aquellos centros nocturnos. Cosa que
no fue así, vale la pena aclarar por si leen esta columna.
Entonces, se me ocurrió ocultarme en el sótano.
Recuerdo que había algunas historias sobre este.Una de ellas decía que quien
bajaba las escaleras , en el camino se cruzaba con fantasmas
que del susto e impresión que te producían te hacían rodar las
escaleras y llegabas muerto al piso. Estaba tan atemorizado con esos feroces cámarografos que decidí bajar
esas escaleras y liar con esos fantasmas que no me harían más daño que aquellos
que hablarían tonterías de mí luego de verme
detenido en una comisaria por mirar chicas bailando totalmente desnudas. Pero al bajar al sótano por las escaleras solo llegue hasta la mitad de estas, pues
cuando las bajaba sentí que estas no estaban en buen estado, que mi peso
terminaría con quebrarlas y yo caería de una buena altura hasta el pisos para terminar igual de muerto como si me
hubieran asustado aquellos fantasmas.
Pero por lo menos llegue hacia un lugar donde no me
alcanzaron los flashes y otras luces propias de esos aparatos de filmación sofisticados.
Cuando retorne al lugar, ya todo se había calmado,
no estaban filmando. Logre ver a los efectivos municipales preparándose para empezar
a trasladarnos a la comisaría más cercana, donde nos recluirían hasta que llegue
un familiar a recogernos y certificando que
no éramos gente del mal vivir, y que solo queríamos vivir la noche como
cada quien lo hacía a su manera.
Entonces, revise mis bolsillos; quería guardar
el dinero que llevaba conmigo y que
estaba destinado a complacer a todos a esas bellas mujeres que me alegrarían la noche. En eso sentí que llevaba
conmigo un carnet, lo saque inmediatamente. No sé como apareció ahí, era mi
carnet de estudiante universitario que felizmente aun
tenia validez hasta fin de año, a pesar que ya había salido de la Universidad. Creí
que era conveniente el intentar mostrárselo al policía municipal para
que me deje salir del lugar. Me acerque a la puerta
de salida, se los mostré y les dije que
venía de hacer un trabajo en la casa de un compañero, y que deje mi documento de
identidad ahí. Consulto con su supervisor, luego ambos vinieron hacia mí y me interrogaron. Les afirme
que era un estudiante. Entonces, el supervisor ordeno que me dejen ir. Al estar afuera sentí un alivio, pero pensé que
podrían arrepentirse de haberme dejado salir, ya que lo que ellos pedían
era un documento de identidad y no un carnet de estudios,además que este no hablaba de mi verdadera condición, pues
ya había egresado de esa casa de estudios que indicaba ahí. Entonces, atine
rápido a llegar a la avenida principal, subí al primer bus que paso ahí sin
importarme si me llevaría a casa.
Recuerdo que a dos cuadras, cuando pasamos por la iglesia donde descansa el ‘Señor
de los Milagros’, le agradecí a él una
vez más por hacerme otro milagro.
No le pude prometer que no iría otra vez a ese lugar
porque yo no podía con mi genio y como todo ser humano tenía mis debilidades.
Pero si le prometí que tomaría mis precauciones.
Cada vez que llego Lima, nunca me olvido de esta
anécdota como tampoco me olvido de ir a ese lugar pero siempre llevando mi ‘Documento
de Identidad’ y procuro no bajar por esas escaleras que hasta
ahora nadie las repara, pues pienso no quieren chocarse con los fantasmas de
aquellos que decidieron bajar por ahí, a pesar de percibir de su mal estado.
pAnCho.