Cuando llegue a casa abrace fuerte a mama, la salude.
Luego me dirigí directo a la habitación
de ella, no estaba papa. Era aun las 6:45 de la mañana, me asuste. Mama me dio
el alcance y me dijo que él estaba en la
ducha. Sentí un alivio, había cruzado
por mi mente que no lo encontré ahí porque estaba internado en alguna clínica o
que simplemente había partido. Llevaba conmigo la preocupación que alguna vez llegaría
a casa, como tantas veces vuelvo, y ya no encontraría a papa o a mama y
no me resignaría a entender que no me esperaron para despedirse. Que el destino
los obligo a dejarme sin poder decirles algunas palabras o quizás solo dos:
"Los amo"
Cada vez que regreso a casa un júbilo colosal me
invade, pienso que pasare los mejores días de descanso junto a mis padres, que
esos pocos días se pasaran lento hasta
el momento de partir de nuevo. Pero no es así, los minutos, las horas y los días
se pasan rápido. El destino que hace y deshace los planes mejor
elaborados se encarga de ponerme en esta situación, de otra vez
ponerme en frente de a un problema, el
cual debo superarlo buscándole la mejor solución
sabiendo que para esto no hay solución perfecta, y en verdad ahí entiendo que
no hay nada perfecto. Por circunstancias de la vida no puedo estar a tiempo
completo en casa, no puedo estar en esta ciudad. Siempre debo partir, siempre
debo vivir lejos de aquí. Siempre debo pegar mi rostro a un teléfono para
escuchar las voces de mis padres a miles de kilómetros dándome aliento, dándome
consejos o simplemente diciéndome que me cuide y descanse. Sé que no podemos
estar unidos físicamente, que ya no es lo mismo de cuando era niño o
adolescente y estaba todos los días cerca
a ellos.
Pero como ellos mismos siempre me dijeron y yo lo he
comprendido a medida que he ido viviendo la vida:”el destino determina lo que debemos vivir, lo que debemos conocer.
El de allá arriba nos presenta todo tipo de pruebas, oportunidades que debemos
asumir y aprovechar. Sabiendo al final que le jamás nos hará trampa, nos
traicionara. Al contrario, cuidara de nosotros y nos guiara para enfrentar esto
de la mejor manera”
Al llegar a casa lo hice preocupado porque en el viaje que realice,
soñé con mis padres, tuve una pesadilla:”vi que volvía a casa y no encontraba a
papa, que mama me decía muy triste junto a mi hermana, que el había fallecido.
Que no quisieron preocuparme contándome que días antes estuvo muy mal. Y que yo
lloraba desconsolado por no haber podido estar junto a él en sus últimos días”.
Al despertar pensé lo peor, luego me di cuenta que todo fue un mal sueño y que ya
estábamos cerca a Lima.
Estos sueños y presentimientos en realidad son solo eso. Solo
Dios decidirá si ellos parten, si yo lo hago antes. O si nos da la felicidad de estar muchos años
más juntos. Pero mi preocupación se basa en que ellos son de edad, que ambos a
pesar que gozan de buena salud, presentan problemas propios de la edad. Sin
embargo, gracias a Dios y a los cuidados y recomendaciones de los médicos se
conservan muy bien y a veces nos hacen creer a mi hermana y a mí que vivirán toda
una eternidad.
Aunque suene a egoísta, son solo ellos quienes me importan, y
también mi hermana. Después, por todos puedo tener cierta preocupación pero
nada más. Solo por ellos todas las noches religiosamente hago un espacio en mi
trabajo para llamarlos, para saber como están, para preguntarles como pasaron
el día. Para disimuladamente sacarles información confidencial de cómo ha esta su
salud. Después de todo, ellos también
hacen lo mismo. No sé quién de nosotros actuamos con más inteligencia.
Pero al final nos terminamos enterando de cómo estamos, de que nos aqueja, de
que es lo que queremos ocultar para no despertar preocupaciones que pueden
llevarnos a imaginar lo peor a la distancia. Y felizmente, hasta ahora todo ha
estado bien, no ha habido grandes sustos.
Hace frió allá donde vivo, las noches son más largas. El
cielo se oscurece ocultando cada ánimo que trae consigo la claridad del día. Porque a decir la verdad, la claridad representa
la esperanza, la idea que todo va a salir bien. Más bien, la noche es más
conservadora (si no te desanima), te pone a reflexionar de cada paso a seguir
para que tu día sea bueno, para que esa claridad del cielo este acorde con lo
que estas viviendo. Por eso mama siempre me llama, me recomienda que me cuide
del frió, que tome tazas de café. Que nunca deje de usar la bufanda y el
gorrito de lana que me obsequio.
Miles de palabras que me aconsejo mama las
recuerdo allá y miles de conversaciones que teníamos con papa aquí en mi
ciudad se convierten en una buena compañía
Todos los
días llego a mi cuarto, me quito los zapatos y me pongo las sandalias para
descansar. Ahí no hay nadie quien me
caliente la comida, ya no está quien me pregunte como me fue, no están esas dos
personas que motivan mi vida cada día. Aunque es mucho más la motivación que me hacen de lejos, las
ganas que me mandan a la distancia. Y yo solo los puedo ver cada fi de mes. Recorro miles de kilómetros
por ellos, y haría lo mismo así fuera el doble, no es ningún sacrificio para mí.
Es lo que necesito para ser feliz, porque me he dado cuenta que a este mundo
venimos solos, que quienes nos atienden son nuestros padres. Que los amores que
tenemos por ahí pueden o no ser verdaderos. Pero el amor de los padres es el más
autentico, el incondicional. Solo ellos y salvo algunas excepciones, pueden
tener esa inigualable preocupación de saber como estas, de preguntarte por cada
detalle del día. De hacerte sentir que están cerca de ti en pensamiento.
De seguro ya nada será igual, ya no tendremos el
mismo tiempo de antes para estar juntos a casi tiempo completo. No sé si volveré
algún día a vivir con ellos, si permaneceré aquí por mucho tiempo. Pero sé que hay que sonreír, que hay que
agradecer a Dios y al destino por permitirme haberlos encontrado bien de salud.
Por haber estado este casi un mes otra vez cerca ellos. Por poder aceptar que a
pesar que me tengo que volver a ir, siempre seguiremos en comunicación. Que cada
vez que venga, Dios quiera y confió será así, ellos me esperen con una sonrisa,
llenos de salud. Y saber que cualquier pesadilla producto del viaje es solo eso:
“una pesadilla causada por la altura o por los muchos panecillos y gaseosas que me sirve la azafata
a insistencia mía”
Buena salud para papa y mama, buena salud para mí.
pAnChO.
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