domingo, 4 de septiembre de 2011

LAS DESPEDIDAS

Las despedidas no solo son palabras que traen a la mente recuerdos de tristeza; sino que ellas desde el momento de solo imaginarlas, ya causan la esta sensación. Quienes hemos vivido este sentimiento, y lo vivimos continuamente, estoy seguro que aun no hemos podido superar del todo esa dolorosa pena de despedir a alguien o ser despedidos. Experimentamos ese sentimiento casi siempre, es algo que nos afecta y deprime. Hay gente que se hace fuerte en ese trayecto, puede que la costumbre de tanto despedir y ser despedido los fortalece para enfrentar ese duro momento. A mí no; cada vez que me toca despedir a alguien o ser despedido siento claramente que me quiebro, que me debilito y que entro en depresión.
Hoy por la mañana despedí a unos familiares que estuvieron de visita en casa. Jamás antes sentí esa pena que hoy sentí por la mañana, jamás me puse a reflexionar que soy tan débil en ese tipo de momentos y que mis fuerzas se hacen vulnerables cuando se trata de abrazar a alguien y no tener la seguridad de que si lo volveré a ver. El tiempo hace su trabajo, a veces ayuda a pasar de prisa los días para que así estos sean menos pesados; pero también deteriora al ser humano y lo pone a merced del destino, y este en muchas ocasiones impide un reencuentro con las personas de quienes nos hemos despedido.
Hoy volví a sentir ganas de querer llorar, hoy vi que la magia de encontrarte con un familiar a quien no ves mucho tiempo se termina con su nuevo adiós. Que los días regresan a la normalidad, que entre el trabajo y la rutina diaria solo hay espacio para respirar y recordar buenos momentos como este que se acaba, que culmina y que se quedara como un lindo recuerdo en nuestra mente.
Regreso a casa y me entretengo tomando un café mientras conversando con mis padres me siento mejor. No quiero pensar que aún faltan dos días para yo también partir. Después recorro lo cuartos que ocuparon los visitantes y los veo más vacio que antes, un aire frio pasa por ahí, una soledad increíble me asegura que esto será así por mucho tiempo. Me niego a creer que en un par de días yo también estaré fuera de aquí, que extrañare como siempre a mis padres, que rogare por la salud de ellos y la mía. Porque solo bajo esas circunstancias se dará un reencuentro entre nosotros.
Tener visitantes en casa puede ser un trabajo muy pesado y de mucho trajín. Pero te da la oportunidad de dialogar con personas que están de visita en casa, de disfrutar del reencuentro y de conversar de otra posible oportunidad para reunirnos. Siempre las personas que llegan nos alegran la vida con tan solo su presencia, y que nos entristecen cuando tienen que partir.
Quizás ya es tiempo que entienda a la vida, que la acepte de una vez por todas, que me deje de hacer el tonto y comprenda que los días en este mundo están llenos de sorpresas, de tragos amargos. Y que la tranquilidad solo existe en un imaginario mundo en el que solo podemos vivir en sueños. Siempre quise vivir encerrado en una habitación para solo escribir y dejar de ver el verdadero mundo que hay afuera. Un día un fuerte viento me saco a la cancha, me obligo a jugar un partido complicado que es el que hasta hoy aun lo juego, y del que me siento saldré ganador. Pero la felicidad no sale sola, sale con sangre, sale con tristeza, sale con llanto y por que no con el conocer a buenos, malos amigos y personas geniales. Seguiré el camino, me alistare mañana para volver a viajar, reiré solo al pensar que quienes me quieren también lo hacen, y lo hacen porque me quieren y quieren verme pelear y triunfar. Quizás no podamos recuperar todo el tiempo que no pasamos juntos. Pero están los recuerdos, están las anécdotas que nos harán sonreír y pensar que en cualquier momento si el destino permite, todo se puede repetir.
El mundo es generoso y cruel, en el fondo eso es parte de la vida: un viaje largo o corto lleno de problemas por resolver, lleno de tramas felices y no tan felices, de problemas que se llegan a solucionar; pero ven otro nacer.
Y todos quienes participamos de esta obra teatral soñando con nunca toparnos con la enfermedad o con la muerte, que son los dos enemigos más crueles a enfrentar y puede a no vencer, esperamos siempre tener las fuerzas necesarias para seguir en busca de la felicidad, ya que nadie la ha encontrado a plenitud, y quizás eso le da sentido a la vida.
Tratare de sacar fuerza para superar todo, para viajar con la esperanza de volver, de estar una vez más con los míos. Solo pido que el destino siga jugando a mi favor, que la salud me acompañe.
Al volver a mirar la casa vacía, cruza por mi mente que algún día la veré repleta, y entre gritos y gritos yo seré feliz porque sabré que así me vaya yo de viaje alguien se quedara ahí. Y cuando tenga mi hogar también me alegrare de verlo con poco espacio, con mis descendientes por ahí caminando de un sitio a otro, riendo y comportándose como una verdadera familia. Porque así si me podre ir tranquilo a ese viaje que todos debemos hacer, y del cual no hay retorno.


pAnChO

No hay comentarios: