Hoy por la tarde subí a la azotea de
mi casa en Lima, la casa de mis padres, donde nací y crecí, mi hogar de toda la
vida, y me tope con el atardecer ,con ese imagen donde muere el sol y esa
aureola que representa lo que fue la luz durante el día y la tarde; maravilloso
espectáculo que he presenciado desde que
tengo uso de razón y que por diferentes circunstancias de la vida olvide está ahí
,cerca de mí, solo subiendo no muchos peldaños de las escaleras. Si debo de
contar un momento especial mi vida, es este, el observar ese espectáculo, que
lo llevo en mi para toda la vida. Todo empezó por subir a la azotea para tomar
un poco de aire fresco, mientras fumo un cigarro y reflexiono y recuerdo tantas
cosas y a tantas personas que forman parte de mi vida, de mis días. Estoy
tratando de ya no pensar en cosas y personas que son parte del pasado, pero no
pensé volver a ver esa oculta del Sol que por ningún motivo será parte de mi pasado,
pues aún lo puedo apreciar y si me remonta a muchos años atrás, lo hace a uno
de los mejores momentos de mi vida ya que aprendí a disfrutar de aquellos junto a mi
hermana cuando ambos éramos pequeños y papa nos subía a la azotea para observarlo.
Recuerdo que mi hermana y yo aprendimos a mirar hacia el oeste , en aquella época cuando aún no había tantas edificaciones, cerca
ya 40 años atrás, se veía desde nuestro
punto el Puerto del Callao y también divisábamos los barcos pequeños, casi como sombras haciendo movimientos zigzagueantes .También por esas épocas podíamos divisar La Torre de control
del aeropuerto internacional Jorge Chávez ,la partida y llegada de aviones,
que mi padre muy sabiamente por la dirección sabia hacia donde iban y de donde llegaban;
así pudimos ver la llegada y partida del
primer y segundo viaje que hizo el Papa Juan Pablo Segundo a Lima, igualmente
de nuestros familiares , sobre todo de
aquellos que se iban para siempre del país. Hablando de partidas y llegadas,
esta última semana volví a Lima, luego de una larga y dura jornada laboral.
Quise volver más as que nunca a casa para ver a mama, quien gracias a Dios ya está
recuperándose de aquella fractura que la aquejo al terminar el año que paso. Llegue,
la observe, la abrace y me sentí bendecido por tenerla con vida.; no necesitaba
decir nada, mama sabe cuánto la extrañe y la quiero. A los dos días sin
pensarlo me tope con ella, yo que había perdido las esperanzas de volver a verla,
la tenía frente a mí, con esa misma sonrisa a medias que me muestra y a pesar
que una vez más hubo un silencio entre ambos, ella sabía que mi frase en mente era:
”Que lindo es estar contigo, tú sabes cuánto te quiero”. Esa noche estuve de
buen humor, nada ni nadie me lo iba a quitar
Frente al Sol que estaba muriendo y
con cigarro en mano reflexioné de mi vida, de estos últimos días y concluí que
el destino me lleva por donde debo de ir y que estos días junto a mama son los
mejores, al igual que ver a la chica que tanto me gusta. Cuando estuve un mes
fuera de trabajo, en la ciudad donde vivo por trabajo, imaginaba muchas cosas
por hacer aquí; hoy que estoy aquí y veo que ya todo se está resolviendo, creo
que es momento de partir, de estar en esos aviones que ahora aun puedo divisar yéndose
de la ciudad. El destino me volverá a traer aquí, donde están las dos mujeres que me pueden
hacer sonreír y a veces también llorar. El amor verdadero es como ese hermoso espectáculo
de la oculta del Sol, siempre lo podre observar una y otra vez que llegue a la ciudad.
pAnChItO