“Hay
amores que son verdaderos, más bien dicho, sentimientos que salen desde muy
adentro del corazón. Quizá pueden llegar a ser obsesiones, pero son sentimientos
al fin y al cabo. Y cuando no eres correspondido te duele tanto que demoras en
recuperarte de ese rechazo, ya no vuelves a ser tú mismo. Pero llega un día en
que vuelves a ver a esa persona y ese amor frustrado que no fue, que no es
correspondido, ni será, y que parecía ya
superado, te vuelve a doler; y más que antes.
Todo se convierte en una confusión otra vez en tu vida, lo único que sabes es que
aun esta en ti ese maldito amor que sientes por esa persona. Te duele el verla
y saber que nunca será tuya”
Más de lo que uno puede hacer, lo más
lógico es que no pueda hacerlo. Pero a veces es necesario hacer menos de lo que
se puede porque en caso de hacerlo esto podría terminar siendo innecesario y más
que solucionar algo, empeoraría las cosas o abriría un abismo que jamás
podremos cruzar; y en caso que nos animáramos a hacerlo, moriríamos en el intento.
Yo decidí contarle la verdad, como lo hice en otras ocasiones con otras chicas que
también me interesaban. Parece nunca aprendí la lección. Ella era mi salvación,
pues empecé a temerle a la soledad,además que me interesa un montón y valía correr el riesgo. Quizá ahí
estaba el error. No me sorprendió su amabilidad para responderme de una manera
muy elegante y sutil que por el momento, por motivos de desarrollo profesional,
prefería estar sola. Acepte eso, no podía hacer otra cosa, a pesar que ella me
movía la mente y el corazón y yo quería de una vez estar con ella en una relación.
No era un novato en esto, pero termine concluyendo que me apresure mucho en hacerle
aquella confesión. Los días fueron pasando y por la gracia del Señor no nos
vimos, no nos tocó trabajar juntos, aunque si conversábamos vía telefónica. Las
cosas estaban bien-eso aparentaban-, nadie estaba incomodo por nada. Cuando se
iba acercando la fecha de volver trabajar juntos, era obligatorio tocar ese tema
y llego el momento, al menos yo no podía evitar hacerlo. Después de contarle mi temor por volverla a ver, de mi vergüenza de con qué cara mirarle a los ojos,
obtuve de ella una gran respuesta: “me miraras con la misma cara que tienes y
deseo que todo sea de lo más normal entre nosotros” Parecía que eso sucedería y me sentí más tranquilo. Esa noche al echarme a dormir, primero mirando el techo
como si miraría las estrellas, recordé tantas cosas entre los dos y a pesar de
mi tranquilidad y resignación por lo que no seria, creí que merecía estar con ella.
Llego el día del encuentro, entre a la sala de embarques, de donde despegaríamos
a esa ciudad donde seriamos otra vez compañeros de trabajo y donde posiblemente ella me esquivaría si yo tratara conquistarla. Me sentí nervioso, más cuando
la vi a lo lejos. Estaba junto a otros compañeros de trabajo, tome valor y me
acerque; salude a todos y le estampe un beso en la mejilla. Estaba preciosa,
pero sabía que no era el lugar ni el momento para piropearla. Trate de sentarme
junto a ella en el viaje, pero los tickets de embarque nos distanciaron, aunque
no tanto, y de reojo la miraba y podía ver que ella a mi también. Los días de
trabajo fueron de los más tranquilos, ella me esperaba, cada vez que podía, para
ir a almorzar y por las noches para abordar el ómnibus que nos
llevaría al campamento donde cenábamos y dormíamos. Éramos amigos, eso parecía,
aunque no podíamos mirarnos por mucho tiempo a los ojos. Algo me inquietaban, pero
como llegaba cansado al cuarto, rápidamente conciliaba el sueño y me olvidaba
del todo. Los días de trabajo se pasaron y llego el momento de partir. Volvimos
a embarcarnos y todo parecía seguir bien. No supe más de ella hasta unos días
después que regresamos de viaje y ambos nos encontramos en la oficina para entregar
algunos documentos. Esa vez sentí que algo ya no era igual entre nosotros. ¿Qué
había sucedido si nos tratamos con mucho respeto los días de trabajo y nunca
hablamos del tema? Quizá la explicación era que yo había observado que cuando algún
colega la cortejaba, le gastaba bromas y la piropeaba disimuladamente, ella
simpatizaba y le daba la confianza para que siga en su plan de conquista; algo que no
sucedía para conmigo. Estaba claro que no le gustaba. Terminando la reunión,
salí rápidamente para no incomodarla, pues muchas veces les decía para
acompañarla a su casa. Después de ese día cada uno tomaría su rumbo, ella volvía
a su ciudad y luego saldría a otro lugar por trabajo; yo estaba en Lima, pero
ya tenía planes para viajar por trabajo. Volví a escribirle para su cumpleaños,
la felicite y le dije que aunque estaba lejos me imaginaba
con ella bailando y comiendo torta. Creo no le gustó mucho eso que le dije. Estaba
claro que no sentía nada por mí y no quería que me haga ilusiones de que un día
seriamos verdaderamente amigos, ya que algo más nunca seriamos. Me decidí y le
pregunte, siempre disimuladamente, si ‘La Princesa’ tiene ya su ‘Príncipe Azul’.
A lo que ella me respondió con un contundente ‘Sí’. Me sorprendió eso porque
hasta hace un mes me dijo que no tenía a nadie y que Dios ya le enviaría una
pareja en el momento preciso, mientras tanto ella dedicaba ese tiempo a
trabajar y terminar sus estudios de postgrado. Podía ser cierto lo que me
contó, pues ella es guapa, inteligente y una excelente persona. Decidí tomar
esa respuesta como cierta, quizá por no tomarla como una forma de ahuyentar a mi persona.
Como era de noche, le escribí que ya me iba a cenar. Le desee buenas noches y
ella me deseo lo mismo. Esa vez sentí que lo nuestro en verdad nunca seria y
que por desgracia la volvería a ver y seguiría comprobando que aún estoy
enamorado de ella. Historia conocida.
Capaz todo sería distinto y cambiaría
el guion de esta historia si decidiera ir a otro Reino y encontrar a mi
Princesa y tratar de ser -aunque de una forma muy particular- su ‘Príncipe
Azul’.
pAnChItO.