Sentía
que la vida me era esquiva. Todo era un desastre porque veía una combinación de
malos eventos en mí día a día; y a todo esto se sumaba un dolor de estómago que
de seguro era producto de la preocupación y la ansiedad de que las cosas
mejoren. Aunque debo de reconocer que siempre he cometido el error del comer un
montón y en desorden. Con aquella dolencia física y mi dolencia en el alma
trato de sobrevivir día a día y en las tardes, la situación es peor: es ahí donde empiezan a morir todas las
posibilidades en que las cosas mejoren. Otro día se terminara sin ninguna novedad.
Después
de tanto tiempo en esta situación, he empezado a sobrellevar las cosas de la
mejor manera, pero hay momentos en que me siento mal y trato de envolver en
esto a alguien o a muchos, para así poder arremeter contra ellos. Es cuando empiezo a cuestionar a todas aquellas chicas que nunca me habían hecho caso y
rechazaron el tener alguna relación
seria conmigo; ya que creo que si alguna
ellas estarían a mi lado en estos momentos, las cosas serían más llevaderas; porque vería en su
rostros tanto amor y tanta esperanza en que las cosas mejorarían. Pero como yo
soy un hombre que cree mucho en el destino y en los designios de Dios, al
final acepto todo lo que me sucede, incluyendo la falta de
compañía para estos malos ratos. No me
queda otra que repetirme una y otra vez la frase: “Por algo suceden las cosas”.
Y es cuando acepto que con nadie debo de
desquitarme por lo que no sale como yo quiero.
Lo
que más me molesta de todo esto es que
esta historia se volverá a repetir el día de mañana y yo volveré a maldecir al destino para
luego aceptarlo y terminar hablando con la luna, antes de acostarme, en que un día las cosas cambiaran. Después de
todo, ya lo sé: “El destino es caprichoso”.
Ya
he vivido mucho de esto y sé que hay cosas que no puedo cambiarlas, pero aprendí
de ellas. ¡Quizá algo valioso en medio de todo! Hoy ya se lo que debo de hacer
y lo que no debo de hacer para la próxima vez en que me encuentre en una mejor
posición en esta autopista, la cual es la vida, en la que aún no encuentro algún vehículo que me
quiera movilizar hacia el lugar deseado. Debo de reconocer que esta
sorpresa que me preparado el destino no me la esperaba, por eso de mi enfado en
demasía. Fue un error de mi parte en pensar que todo lo que uno
consigue en la vida es seguro y duradero. Otra enseñanza que jamás olvidare.
Cuando
las cosas empezaron a verse más complicadas y sin solución, reconozco que tuve
que bajar el rostro, pero luego me di cuenta que no había cometido ningún
delito, y esto le puede suceder a cualquiera. No me fue tan fácil el comprender
que no debía perder el brillo de los ojos a pesar que las cosas no andaban
bien, y sin fecha de que estas mejoren; hasta el día de hoy todo sigue igual,
pero yo hago mi mayor esfuerzo para no dejar de sonreír.
En
todo ese proceso de aceptar las cosas como son, era inevitable el desear haber
sido el otro, ese quien siempre soñé ser y no quien soy, pues pensaba que por ser así,
no conseguía lo que quería; o más bien, no buscaba nuevas alternativas para
mejorar. Siempre lo he tenido claro: yo soy un soñador que gusta de vivir
escribiendo todos los días y con la idea de que un día las cosas que se me
vienen a la mente se volverán realidad. Pero también, acepto la realidad: "me
aferro a la tierra, por lo que siempre que salgo a volar, nunca desato la
cuerda que me ata al piso". Sin embargo, muchas veces me alejo bastante de lo
real, como hace algunos días en que imaginaba que en este nuevo año estaré presente en la Feria del Libro de mi ciudad presentando mi Opera Prima, firmando
autógrafos y departiendo cafés con grandes escritores. Pero no puede ser así, porque lo mío es otra cosa y el tiempo que invertiría en tanto arte crearía un conflicto con mi verdadera
profesión. A estas alturas de la vida ya sé que no puedo perderme en el camino,
que las cosas ya están marcadas en la vida de cada uno, y es mejor seguir
aquella ruta que nos trazó el destino y Dios. Muchas actividades pueden acelerar los latidos de mi corazón, pero yo sé que lo mío va por otro
lado. Al final, uno entiende que la vida es una cuestión de descifrar las cosas
que nos suceden, esas evidencias que marcan las oportunidades que debemos de
aprovechar. Yo fui un descuidado en todo
aspecto de mi vida académica y laboral,pues nunca supe que era lo bueno para mí, ni lo que en verdad era importante para
mantenerme en lucha. Hoy las cosas ya
están hechas, no hay vuelta que darle, pero, al menos, he aprendido un poco a
descifrar las cosas. Hay días en que me despierto como el hombre más feliz de
la tierra, eso me preocupa porque yo creo que nadie es feliz del todo,
sino la vida ya no tendría sentido.
Además, en los últimos meses no he tenido motivos verdaderos como para
amanecer con tanto entusiasmo, pero es buen síntoma que uno amanezca así. Otras
veces me levantaba con la moral por los
suelos, con una sensación que nada mejorara y que yo voy de mal en peor. Pero
como he vivido muchos años y he ganado experiencia, me pongo a pensar que
las cosas no pueden ser tan malas del
todo. Muchas veces me sentí derrotado, perdí la ilusión porque las cosas
mejoren, pero siempre me cuide de no mostrar aquella imagen. Hoy ya no tengo
que ocultar nada, pues no me siento derrotado ni he dejado de creer que vendrán
mejores momentos. E inclusive, en las relaciones afectivas cada día descubro
motivos para no preocuparme ¿Por qué extrañar a alguien quien nunca estuvo aquí?
La vida es así, las cosas suceden porque tienen que suceder. Uno conoce a
muchas personas, tiene interés por ellas,pero llega un momento en que uno debe de
expresar sus sentimientos,y ello no implica que la otra persona sienta
lo mismo. Es un alivio en haber tentado suerte con alguien, en
haber expresado tus sentimientos y el haber sonreído por un posible resultado
positivo con ella.
Si, en general, las cosas no cambiaran para
bien, yo podría hacer algo para cambiar
en cierto punto todo esto. Eso sí, sin dejar de lado el tener paciencia, porque la vida es la misma que estaba escrita para
cada uno y las cosas se presentan cuando
les toca presentarse: “ni antes, ni después”. Si habrá que mejorar, mejorare.No me sentiré mal por lo que sucede o lo que no sucede. Sé que no debo de
recrear tanto el destino, que nunca viene mal un poco de realismo y eso sí,
nunca ausentar de mi rostro la sonrisa. Soy y seré la misma persona, suceda lo
que suceda. Yo seguiré aprendiendo de la vida; porque lo
mejor que he aprendido de todo esto es que todos seremos siempre unos aprendices de la vida.
pAnChItO.