Amanecí sin ganas de levantarme. Salte de la cama
solo para tomar desayuno y luego volví a entrar a ella. Me puse a leer un
libro, me entretuve con este texto casi
una hora. Me vestí de deporte, sospeche
que ese no sería un gran sábado, que los planes se irían al carajo. No sabía por qué, pero algo sucedería. Y yo no podría
hacer nada contra eso. Igual fui a correr al parque, bueno trote, luego empecé
a acelerar de a pocos. Estando ahí me encontré con un familiar a quien no veía
hace tiempo, lo salude de lejos; acelere el paso, no tenía ganas de conversar
con nadie. Además, note que el también no tenía ganas hacerlo con nadie, o al
menos conmigo.
Esa mañana amanecí cansado, no fue una buena idea el
ir al parque a correr como todas la mañanas cuando estoy en la ciudad, pero me
llevo el deseo de verla, el deseo de querer hablarle y al fin vencer esa
cobardía que otras veces no me ha
permitido hacerlo. Ese día ella no
llego, eso me mortifico. Mi inconsciente me susurro al oído que yo había ido por gusto, que mis energías, esas
mismas que hubieran estado a buen recaudo en la cama, se gastaron en ese frió parque donde nunca aprecio ese ángel
que me motiva a volver todas las mañanas
a correr. Esa mañana de sábado de por sí ya estaba jodido con ese primer acontecimiento.
Volví a casa, cuando estaba a punto de
ducharme me llego el mensaje tan esperado de aquella chica que solo se recuerda
de mi porque le debo de pasar algunas fotos que tomo ella con mi cámara en un
paseo que realizamos juntos, ya que la suya estaba con la batería baja. En ese
mensaje solo decía un hola para luego pedirme que por favor le termine de pasar, vía mail, las
fotos que faltaban. Con eso veía que se seguía jodiendo la mañana, que
definitivamente ese no sería un buen inicio de fin de semana. Eso me hizo irme
a la ducha y remojarme con agua fría para así
refrescar mi cerebro. Estaba enfadado, no podía aceptar que solo por una
tonta foto alguien podría estar detrás de mí. Luego de baño y con la mente más fresca decidí que era una
buena oportunidad para aprovechar en
forma disimulada invitarla a salir ese sábado por la noche. Le pregunte qué
planes tenia para esa tarde o noche? No recibí
ninguna respuesta, en mi quedo una
expectativa. De seguro que estaba arreglando sus horarios y mirando el periódico para escoger que película podíamos ir a ver o a que discoteca iríamos a
bailar.
Esa mañana siquiera había una ilusión en mi, un esperar con posibles resultados positivos
según yo.
Almorcé con papa y mama, estaba muy contento. Le
dije a mama que no me sirva por tercera
vez, como siempre se lo pido, porque tenía que guardar estomago para lo que
degustaría con aquella chica. Además, de poder estar ágil
para el baile que haríamos por la noche. Terminamos de compartir la mesa con cambio de
impresiones, anécdotas que habían ocurrido
en el día anterior o durante la mañana
para luego yo dirigirme a mi habitación para hacer lo que siempre hago luego del
almuerzo cuando estoy de descanso en casa: fingir que me echo a leer el periódico
para terminar durmiendo, entregándome a los brazos de Morfeo, o más bien en
este caso a los brazos imaginarios de la
almohada con el rostro de aquella chica con la cual yo daba por seguro saldría esa noche. Cuando
estaba en lo mejor de mi sueño, me despertó el timbre del teléfono móvil, era un mensaje. Salte
de la cama, imagine que podía ser ella. Y si, era ella. Yo esperaba
buenas noticias, por eso me apresure para leer su mensaje: “Lo siento, ya tengo planes
para hoy en la tarde, saldré con unos amigos, discúlpame. Mas bien, no te
olvides de enviarme las fotos”. Textualmente esos decía.
No solo me despertó la bandida, sino que termino con
mis sueños: “esos que yo mismo los fabrique en esa jodida mañana y se extendía hasta la tarde”. Buscaba culparla, pero era en vano. Yo mismo
me había ilusionado por gusto.
Ya despierto, casi las 4 de la tarde y sin ningún
plan. Decidí revisar aquel periódico que mi madre compro porque no encontró el que siempre compra. Ahí
hay una cara entera exclusiva para que
aquellas lindas chicas, jóvenes, no tan
lindas ni tan jóvenes, ofrezcan sus servicios: caricias y algo más por unos
cuantos billetes. Estaba con pereza y
sin ganas de salir muy lejos. Leí solo los anuncios que se situaban cerca de la zona por donde vivo. Hice las
llamadas respectivas, contestaban mujeres con voces sensuales. Según la descripción del
servicio que hacían, ese encuentro era prometedor,
mas no las tarifas que cobraban. Por un momento pensé que eran modelos de tv, por el dinero solicitado por esos placeres,
todo indicaba que era así. En fin, el
dinero a pagar no importaba, necesitaba desfogar todo ese sentimiento que había inspirado en mí aquella chica con la
cual saldría esa tarde. Necesitaba de la compañía de una mujer esa noche.
No me quedaba otra que levantarme de la cama,
lavarme la cara, acicalarme y alistarme
para ir a visitar a una de esas chicas con las cuales siempre puedes hacerte la fantasía que
vas a visitar a tu novia, pues te recibirán con una sonrisa. Salí de la casa,
vaya sorpresa; no llevaba mucho dinero en la billetera. Tenia que utilizar la
tarjeta, esa en la cual guardo mis pocos ahorros. Entonces, decidí ir a ese
centro comercial donde hay una agencia del Banco en donde labora como cajera aquella chica que conocí el año
que paso cuando di apertura de dicha
cuenta. Ella era tan bella que cada vez
que yo llego a lima, busco cualquier pretexto para ir a esa agencia y verla, y si no hay mucha gente, ser atendido
por ella y preguntarle cualquier cosa
con tal de a su lado. Sentada con su bello cabello ensortijado y sus anteojos
de estudiante aplicada, levanto la cabeza. No sé si se recordara de mí por
tantas veces que he ido a hacerle cualquier consulta bancaria o que es lo mismo:
molestarla. Al verla, por un
momento paso por mi cabeza acercarme y saludarla. Preguntarle con
toda la frescura del mundo a qué hora terminaba
su turno de trabajo para así esperarla e
irnos a comer algo o al cine. Y después,
acompañarla a su casa y con un beso en la mejilla, si es que no le robaba uno
en la boca, despedirnos. Pero había una larga cola de espera de clientes que seguro harían una
operación y además no nos conocíamos
tantos. Mejor regresaba a la realidad y veía en hacer mi operación, si bien no
bancaria, pero si muy importante como tal. Me acerque al cajero automático para
sacar el dinero que necesitaba para
satisfacer mis necesidades, para sentirme un hombre amado, un novio feliz y
todo eso. Saliendo de ese centro comercial, vi a unas 3 o 4 modelos promocionando
marcas de carros o celulares. Ellas me provocaron, me terminaron de hacer agua
en la boca, porque ya se me estaba cayendo la baba al ver a la cajera del banco.
Con más ganas fui hacia mi objetivo. Cruce el puente de aquella carretera para
llegar al lugar, el cual me indicaron por el teléfono. Ya no me interesaba nada, vi
a un par de ladrones por ahí, me cuide de ellos pero seguí mi camino hacia ese
lugar.
Llegue al lugar, subí las escaleras. Me indicaron
que era en el tercer piso. Era una pieza elegante donde la recepcionista con
solo verte desde su puesto te abría la puerta con un sistema automático. Mire a
todos lados y no vi a ninguna chica, era lógico que estarían en plena
faena. Como era mi primera visita a ese
lugar, la recepcionista me conto cómo funcionaba eso, cuan placentero iba a ser
para mí el servicio. No me pareció una mala oferta, pero si me pareció que aun era muy elevado el precio que cobraban por
todo lo descrito. Pero ya no podía más, todas aquellas bellas mujeres que vi en
el trayecto a este lugar habían
despertado mis ganas de satisfacer esos deseos carnales. La recepcionista me dijo
que una vez que se desocupen, todas vendrían a modelar frente de mí, que yo
escogería con quien ingresaría a una de las habitaciones. Espere unos 10
minutos, cogí unos caramelos que habían en la dulcera de la mesa de recepción.
Llego el momento esperado, ya estaban todas desocupadas y vinieron al salón de
recepción para modelar para mi, y así escogí a una de tantas lindas mujeres. Escogí
a una chica de cabellos pintados de rubio, era del oriente. Al ser de esa
localidad, su servicio de seguro prometía mucho.
Entramos a la habitación, puse el seguro a la
puerta. Me pidió que me desnude, ella hizo lo mismo. Vi sus hermosos pechos, eso me encanto, me convencí que
con tremendas montañas estaba pagado la mitad de lo que abone por el servicio.
Me dijo que me tire en la cama, que ella emperezaría todo. Cuando estaba boca
abajo sentí su peso encima mío, sentí
como cabalgaba encima mío, como rozaba sus pechos sobre mi espalda. Me excitaba,
ella buscaba que termine la sesión y que
yo salga satisfecho de ese encuentro. Trate de aguantarme, pero no pude mas. Quise
tocarla, me dijo que no, que la deje hacer su trabajo. Era lógico que buscaba volverme loco. Lo consiguió, ya estaba vacío,
en lo afectivo y en lo físico. Yo quede satisfecho por el lado sexual, pero por
el lado afectivo muy mal. Al terminar
todo, me dijo que me vista. Era consciente que no había nada más que hacer. Era
un duro golpe para mí, no encontré a esa chica que me sirviera como una compañera,
aquella chica que me escuche, que se deje abrazar y besar para ayudarme a olvidar el fracaso de ese sábado
que se tornaba aun más oscuro. Vestido, le di un beso en la mejilla, le prometí
que volvería pronto, en verdad creo que no lo haré. Salí raudamente con destino
a la calle a tomar aire, quería asimilar que había gastado dinero solo por sexo
y nada más. Pero no podía quejarme, ese era el aviso del periódico, otra vez yo
como un tonto me hice ilusiones, creo me
estoy especializando en eso. Ya no tenía ganas de volver a pasar por el centro
comercial, ya no tenía ganas de llamar a otra de las chicas que vi en el anuncio. Preferí regresar a casa por el
camino más directo, por aquel camino por donde muchas veces camine saliendo del
colegio con la preocupación de llegar a casa
para hacer las tareas, pero esta vez sabia que al llegar a casa no haría mucho. Otra vez la
situación estaba jodida. Cuando llegaba a casa pase por la casa de otra de las chicas
de mis sueños. Su auto estaba estacionado en la
puerta de su garaje desde muy temprano. Ósea, no había salido a ningún
lugar. Pensé del por qué en vez de estar
metida en casa, no me pasaba la voz para salir.
El sábado ya estaba destruido para mí, eran las 7 y 30 de la noche y no había
nada que hacer. Llegue a casa, me saque los zapatos, el pantalón de calle y me
puse el buzo y las sandalias. En la televisión no había nada bueno, salvo
un par de hermosas vestes bailando.
Pero ya estaba cansado de mirar a tantas
mujeres hermosas. Era víctima de un día aburrido, un día en que me sentía como un herido dejado en el piso. No
había que culpar a nadie, solo debía decirme a mi mismo que no debo esperar
nada de nadie. Que la vida es un constante juego en que muchas veces no sabemos ganar. Decidí acostarme, ya no había
nada que hacer. Solo me prometí al acostarme que jamás invitaría a salir a
ninguna de esas chicas, las cuales describí en el relato. Pues , no son mis amigas. Esta
claro que no sentían nada por mí, o al menos que sientan antipatía, que viene a ser un sentimiento. De
lo contrario,quisieran salir a pasear conmigo. No volví a ilusionarme con nadie
en esos días. Gracias a Dios todo anda bien hasta ahora. Aun estoy investigando
del por que de ese lugar no salí tan
satisfecho. Sin éxito he llegado hasta el momento a la conclusión que a esos lugares solo iría por sexo y para hacer tocamientos
indebidos, o mejor dicho permitidos; Y para eso tendría
que desembolsar más dinero. Cosa que si podría
hacer, ya me voy a ahorrar todas esas supuestas salidas con aquellas tres muchachas
que no quieren hacerlo conmigo, y con las cuales por mi parte estoy seguro nunca lo haré. Por
fin termino ese día sábado con olor a mier…coles.
pAnChItO.