Ayer caminaba por esas calles que no se parecen en
nada a las que se muestran cuando llega la noche. Es curioso pero yo sentía más
temor caminando por la tarde y a plena luz del sol que al
hacerlo a esas horas donde solo caminan los valientes, los orates y quienes tenemos alguna necesidad que
no podemos complacer lejos de ahí. No es la mejor forma de empezar el año pero que le puedo hacer, necesitaba ir
por ahí, necesitaba hacer un plan para el fin de semana. Así como aquellos
grandes generales que arman bien una
estrategia para que la misión u operación sea un éxito, yo debía hacer lo mismo
para conseguir una buena noche de sábado. En realidad, no puedo ser ni general, ni
líder, ni jefe, ni algo parecido; pero al menos hago mi mejor papel y estoy
mejorando, no cabe duda de eso. Además, no tengo a un ejército conmigo para esta misión, yo solo
participo de esta operación que tendrá como fecha de ejecución este fin de semana y será a beneficio propio.
En una tarde de verano en Lima me paseo solitario por esas avenidas donde generalmente
es mi ruta nocturna. Sé que jamás dejare
de hacerlo, he comprobado que es lo
mejor para mí, ya que eso de caminar por
ahí a plena luz del día o la tarde no va
conmigo. A esas horas solo lo hacen
todas aquellas personas que no le dan el verdadero sentido a esas calles, las
personas que lo hacen por una simple obligación: “es su ruta para salir de estudiar o trabajar”. En la noche caminamos las otras personas que le damos vida a esa
avenida que se convierten en laberintos donde no hay salidas, y al menos uno no
quiere encontrarlas hasta haber conseguido satisfacer el deseo que nos animo a
ir por esos lares.
He llegado a la conclusión que no debo volver a caminar por esas calles antes
de que llegue la noche porque siento que puedo encontrarme con alguien, que puedo chocarme
con esa persona a quien he dejado de hablar, a quien he dejado de llamar por
teléfono para intentar sacar a pasear y quien propicio llegar a ser visitante frecuente de este lugar. Después de todo he comprobado que el
verdadero sentido de disfrutar esto es cuando lo hago así ‘solo’ sin nadie a mi costado. No es buena la
soledad, eso lo sé, jamás alentare a nadie ni a mí mismo al estar así. Pero hay momentos en que necesitas reencontrarte contigo mismo, ser
independiente para poder elegir lo que te puede convenir por esa noche sin
tener que dar explicaciones a alguien. Quizá me defina como ‘el llanero
solitario’, es algo que lo acepto y lo disfruto, ahí está la gracia de serlo.
Debo dejar en claro que en estos tiempos de tanta delincuencia, no es
recomendable caminar solo. Siempre es mejor hacerlo de dos o a mas personas.
Pero también es bueno hacerlo con
cuidado cuando tengamos que hacerlo solos, cuando no nos quede otra opción o
incluso cuando estemos acompañado, ya que muchos ojos ven más que dos.
Siempre el caminar por ahí muy de noche me inspira temor, me hace recordar algún robo que
sufrió alguna vez papa hace casi 20 años. Pero eso también me inspira a
cuidarme más y demostrarle a él , aunque no sabe que me escapo aquí cada vez
que puedo, que soy su hijo varón, aquel que ya es un adulto y que aprendió
mucho de todas esas experiencias que me contaba cuando caminábamos pro aquí antes
que llegue la noche.
Ayer he caminado casi 2 horas pro esas avenidas, he dado miles
y miles de vueltas planeando mi incursión sabatina con un simple pretexto de buscar un libro, un
CD musical o una agenda para el nuevo año. Estas calles revientan de gente de
todas las edades. Como nunca puede faltar en lima, y por eso lo adoro, son las
bellas chicas que camina por ahí; aquellas señoritas estudiantes que ya andan
de vacaciones y, por el mismo calor, se pasean en shorts o en minifaldas, un placer para mi vista. Pero
despierto de tanta maravilla al ver que van de la mano con sus jóvenes afortunados
enamorados
En fin, el destino siempre me tiene preparada una sorpresa, agradable o desagradable pero algo inesperado: “sin querer queriendo llego a una tienda donde si venden agendas”. Ya
que pregunte por muchas de ellas en todo lugar alrededor de mi recorrido, me decidí
a comprarla. En verdad no tengo mucho que escribir en una agenda, llevo cierto
orden en mis planes que no son muchos : solo que el sábado será mi día, el sábado me encontrare con todas esas princesas que me harán sentirme tan feliz como aquellos jóvenes que llevan de
la mano a sus enamoradas enfrente de mí.
No hay duda que cuando haces un buen plan, hay seguridad que las cosas saldrán muy
bien, que los deseos son satisfechos y que lo que no se puede alcanzar, al
menos sabes del por qué no lo has
logrado. Pero como no todo puede ser felicidad, también debo de escribir es
esta libreta que dos días después de aquella maravillosa noche debo de
tomar ese inevitable vuelo para volver a
mi lugar de trabajo a soñar con mi próxima incursión a esos lugares que
ya no me dan miedo y que me provocan aquel placer que no puedo encontrar en nadie, o
mejor dicho no he probado aun en alguien.
pAnChO.